El héroe discreto es un libro discreto. Dentro de la prolífica obra de Mario Vargas Llosa, su última novela es una obra que empieza fuerte, porque tiene un protagonista definido, metido en un embrollo que parece complejo, pero al avanzar las páginas la historia se difumina en medio de diálogos, descripciones e historias que quizás pudieron editarse, para dejar una historia central más corta y contundente.
El libro está construido a partir de dos historias paralelas que sólo se unen al final: Por un lado, las amenazas y extorsiones a Felícito Yanaqué, un hombre humilde, propietario de una empresa de transportes en Piura, y por otro lado las vicisitudes de Don Rigoberto, su esposa Lucrecia y su hijo Fonchito (los mismos de Los Cuadernos de don Rigoberto), que ven como se complica su vida cuando Ismael Carrera, jefe de don Rigoberto, decide casarse con su empleada del servicio.
En el manejo del lenguaje me parece novedoso el uso de diálogos mezclados: dos personas conversan sobre lo que otras dos conversaron, o evocan otro diálogo, y ambas conversaciones se entremezclan sin confundir al lector y sin necesidad de atribuir permanentemente la voz a cada personaje.
Aparecen acá además de Don Rigoberto, el policía Lituma, de Lituma en los Andes, y se menciona la Casa Verde. "Homenajes" o nostalgias del autor por sus personajes idos.
Algunas citas:
Felícito recordó las palabras de su padre antes de morir: "Nunca te dejes pisotear por nadie, hijo. Este consejo es la única herencia que vas a tener".
- Tú y yo somos buenos amigos, ¿sí o no? -le soltó su jefe de pronto, como despertando.
- Supongo que sí, Ismael -repuso Rigoberto-. Si es que entre un patrón y su empleado puede haber de veras amistad. Existe la lucha de clases, ya sabes.
Aprendieron inglés pero hablaban un español de analfabetos mechado con toda esa horrible jerga y apócopes de la juventud.
A él le parecía que Gertrudis se había convertido con los años en una especie de mueble, que había dejado de ser una persona viviente.
Oyendo la voz de esa muchacha le pareció comprender cabalmente por primera vez, muchas palabras de los valses criollos que antes le parecían misteriosas e incomprensibles como arpegios, celajes, arrobo, cadencia, anhelo, celestía.
Sólo se debe llevar una pistola cuando uno está dispuesto a usarla y usted no me parece una persona capaz de matar a nadie.
Tendrías que leer un poco la Biblia, hijito. Como cultura general. El Nuevo Testamento siquiera. El mundo en que vivimos está repleto de referencias bíblicas y si no las entiendes vivirás en la confusión y la ignorancia total. Por ejemplo, no entenderás nada del arte clásico, de la historia antigua.
Se supone que el diablo no existe. Yo creía en él cuando te conocí, Rigoberto. En Dios y en el diablo, como cree toda familia católica normal. Tú me convenciste de que eran supersticiones, tonterías de la gente ignorante.
Un psicólogo puede ser más peligroso que el mismísimo diablo, lo supe desde que leí a Freud.
Pero el potito, te habrás fijado, deja bastante que desear. No es muy tocable. No acabó de desarrollarse, no floreció, en algún momento se quedó atrofiado. En mi sistema de clasificación, el suyo es un culito tímido, ya me entiendes.
En las biblioteas, a veces uno se aisla demasiado del mundo de todos los días, de la gente común. Yo no creo en tus espacios de civilización, que te apartan de los demás y te convierten en un anacoreta.
Es verdad que es imposbile conocer a fondo a las personas, todas son insondables.
La función del periodismo en este tiempo, o por lo menos, en esta sociedad, no era informar, sino hacer desaparecer toda forma de discernimiento entre la mentira y la verdad, sustituir la realidad por una ficción en la que se manifestaba la oceánica masa de complejos, frustraciones, odios y traumas de un público roído por el resentimiento y la envidia. Otra prueba de que los pequeños espacios de civilización nunca prevalecerían sobre la incomnensurable barbarie.
Pero un día perdí la fe y nunca más la he recobrado. Creo que la perdí apenas empecé a pensar. Para ser creyente no conviene pensar mucho.
El héroe discreto
Mario Vargas Llosa
Editorial Alfaguara
2013
383 páginas
Concuerdo totalmente con la valoración... Comienza con una muy buena historia, pero esos diálogos y forma de hablar y actuar de Don Rigoberto, muy cursi, falso, forzado..
ResponderEliminarAñadiría a tus citas la del Gertrudis replegada como un molusco en pg. 311