En medio de la euforia del bicentenario y todos los libros que salieron, Pedro Badrán publicó La Pasión de Policarpa, luego de 4 años de rigurosa investigación.
Últimamente me ha dado por leer 2 o tres libros en simultánea, así que pronto les mandaré frases de otros, pero por ahora les cuento que hoy terminé de leer este libro y la verdad es que me sorprendió muy gratamente. Me sorprendió porque es muy hábil el escritor para lograr producir un libro tan distinto en historia, lenguaje, atmósfera, etc. a todos sus anteriores libros. La versatilidad del autor me parece destacable. Y me sorprende además que sea precísamente un escritor costeño el que asuma la reconstrucción de un ambiente santafereño, frío, lluvioso, con sus calles y lomas empedradas, sus bordados y sus chales.
Pero incluso para el lector que no ha leído nada de la obra de Badrán ni sabe nada del autor, el libro creo que tiene dos virtudes: la primera es la riqueza del lenguaje. No hay una sola de las 402 páginas que no tenga al menos una palabra de la que se intuye el significado por el contexto en el que se instala, pero que hace años dejó de ser de uso común. Esta riqueza sin embargo no exige una consulta permanente del diccionario ni hace difícil o cortada la lectura: al contrario, le da una musicalidad distinta, como de otro tiempo.
La otra virtud es el suspenso, el vértigo: desde primaria uno sabe que a La Pola la matan y por lo tanto uno sabe en qué termina la historia de la protagonista. Pero el autor sabe que la historia patria que uno conoce es de nombres y fechas, sin detalles ni color, y por lo tanto es en los detalles, en el "cómo" la pillan, "quién" la delata y toda esa red de minucias en donde se centra un suspenso que va hasta la última página. Suspenso que se mezcla con reflexiones sobre Dios, el poder y la libertad y que se lee fluido gracias al uso de muchos narradores, muchos puntos de vista.
Acá van las frases:
"El fraile José Celestino Mutis era un viejito aburrido, amariconado, que pasaba sus horas contemplando cómo se marchitaban sus plantas"
"-Dios no puede ayudarte si tú no perdonas, hija mía.
-Entonces, padre, su misericordia no es tan grande".
"que las únicas batallas que se ganan huyendo son las que se libran contra las mujeres. Eso era lo que decía Napoleón Bonaparte".
"Entonces empezó ese naufragio mohoso de la espera".
"Ahora descubría que al agacharse a medias, las plantas de sus pies sobre el camastro, y moverse suavemente, encontraba un gusto de lo más recóndito pero después de aquello supo que no podía contenerse y la asaltaron clamores bajos que venían desde su vientre y subían como relinchos por su garganta, y siguió bufando, descosida y remendada pero nunca tan ella, con sus ojos abiertos, y nunca tan feliz de cabalgar aquel amoroso potro de dulce tormento".
"Y él recordó otra vez al coronel Serviez cuando dijo que todo general en campaña debe entender que por donde pasa una cabra, pasa un ejército".
"-Dios no puede morirse.
-Pero eso es lo que dicen. Se murió hace varios años.
-Debe ser que está dormido.
-¿Dormido? Si está dormido no puede soñar, y si no puede soñar es como si estuviera muerto, y si está muerto no existe. Y si Dios no existe entonces no puede haber rey por la gracia de Dios".
"Guardaos de las mujeres, teniente, son más peligrosas que un ejército".
"-¿Crees en el destino, Francisco?
-Creo que los actos de un hombre deciden su destino.
-Los actos de un hombre dependen de su prudencia o de su audacia...
-Así es...
-Pero es el destino el que decide qué hombre es prudente, cobarde o audaz. De manera que nuestro destino está trazado de antemano.
-No lo creo, podemos sobreponernos a las dificultades y aun a nuestras limitaciones.
-Pero eso también es parte del destino.
-¿Qué es lo que quieres decir, Alejo?
-Ahora me doy cuenta de que estamos destinados a morir."
La Pasión de Policarpa
Pedro Badrán Padauí
Editorial Grijalbo - 2010
402 páginas
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